En la salud y en la enfermedad

El compromiso del matrimonio implica QUERER ESTAR CONTIGO y luchar para que las circunstancias adversas no amenacen el amor, por el contrario, que lo fortalezcan.

Uno de las pruebas más difíciles que puede enfrentar una pareja es la enfermedad de alguno de los dos o de alguno de sus hijos. La situación se puede volver tan tensa que el estrés y la preocupación saca lo peor de cada uno. Sin embargo, es cuando tienen que estar más unidos, cuando más necesitan de la comprensión y el perdón mutuos.

Nadie escoge el sufrimiento por encima de los días felices, por ahí hay una frase famosa que dice “si la vida te da limones, haz limonada”. No se trata de resignarse, yo lo interpreto como aceptación de la situación, es decir, por el momento hay que aprender a vivir y adaptarse a las circunstancias, con la esperanza de que vendrán mejores días. Para eso, necesitamos acercarnos y apoyarnos en el hombro del otro. Amar en la enfermedad es un amor sin medida, de perfecta donación.

Y cuando hay salud, no se cansen de agradecer, agradecer y valorar que tenemos todo para entregarnos con amor, que tenemos la energía, la vitalidad, la alegría para demostrar el cariño a la familia.

La salud no solo es física, también emocional, espiritual. Cada aspecto merece especial atención. Para cumplir esa promesa de amar en la salud y en la enfermedad, no hay como cuidarse con amor el uno al otro.